"El país de las últimas cosas"
Paul Auster - 1987
Paul Auster - 1987
Paul Auster es un autor contemporáneo pero también, a estas alturas, un clásico ineludible. Este genial autor norteamericano nos ha dado novelas como las que integran la trilogía de Nueva York, El palacio de la luna, La música del azar, Leviatán, etc. El país de las últimas cosas es de 1987 y no es uno de sus libros más conocidos.
Se trata de una historia bastante corta e intensa y por sobre todo, muy dura. Si están pasando por un mal momento, definitivamente, aléjense de ella. Si en cambio gozan de vez en cuando de sumergirse en mundos oscuros y retorcidos, adelante con los faroles. Los necesitarán.
Anna es una mujer que llega a una ciudad sin nombre en un país desconocido con la misión de encontrar a su hermano, un corresponsal de guerra que ha desaparecido. Esta ciudad, en el país de las últimas cosas, es un lugar devastado en donde la vida, tal como la conocemos, ha dejado de importar. Lo único importante es ir hacia la muerte o luchar por la supervivencia en un medio por demás hostil. Es una visión casi apocalíptica de una ciudad en la que las cosas van perdiéndose irremediablemente y la desprotección de las personas es absoluta. Una ciudad en la que los hombres corren por las calles hasta caer muertos, en la que existen clínicas de eutanasia, clubes de asesinato, peleas a muerte por la comida o por un techo. Personajes como los “corredores” o los “buscadores de objetos” remiten, casi sin mediar simbolismos, a las miserias de las grandes urbes, y hay quien ha comparado esta ciudad ficticia con Buenos Aires. Los “buscadores de objetos” son personas que recorren las calles con sus carros, haciéndose de cualquier objeto que pueda volver a ser aprovechado: un trozo de plástico, un cartón, un tramo de cuerda. ¿Les suena esta imagen?
Y Anna, esta mujer que proviene de un lugar civilizado, va de a poco adentrándose en este mundo de perdición, adaptándose a las reglas del juego en pos de su supervivencia. Ocurre con ella algo que es recurrente en las historias de Paul Auster: sus personajes, en algún momento de la trama, se pierden. Quedan en el margen de lo que se considera civilizado. Caen en el abismo de la depresión o la locura, un abismo en el que pronto abandonan su propia esencia –o tal vez, después de todo, se abandonan a ella-.
Esta novela –atrapante, se lee de un tirón- es una radiografía excelente del alma humana, un retrato del mundo en su versión más miserable y una muestra genial de cómo afloran las reacciones más primitivas de los hombres cuando todas las seguridades desaparecen.
Anushka,
ResponderEliminarme encantó tu reseña! Leí el libro hace tiempo, y comparto lo que decís. Es interesante cómo Auster hace recorrer a sus personajes ese borde que separa la "normalidad" de la "locura"... Algo que en la vida real a veces nos sucede, incluso sin darnos cuenta! Muchas gracias por seguir escribiendo... Besos,
Nacho
A veces está bueno ver las cosas llevadas a un extremo, pero en el plano de la ficción. Y sí, uno coquetea con esos abismos, mucho y de muchas formas. Gracias por seguir leyendo.
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