Hace un poco más de dos años estaba
tirada en el pasto de los bosques de Palermo viendo volar palomas entre las
copas de los árboles (e intentando predecir la caída de alguna deposición indeseada) cuando tuve una idea. Le dije a Daniel: “yo tendría
que proponerle a la gente de Time Killer hacer una columna sobre libros”. Así
nomás. Y como suele pasar, los tentáculos de la idea se fueron retorciendo en
mi cabeza hasta volverse lo suficientemente insoportables como para reclamar
una merecida metamorfosis: se convirtieron en un prolijo e-mail que fue enviado
a Julián Harf y que para mi sorpresa, recibió una respuesta afirmativa.
Poco después de la venia de los
muchachos de Time Killer sobrevino el inevitable panic attack. ¿Yo en radio? ¿En medio de qué brote psicótico había pensado
en tamaño disparate? ¿Qué clase de rapto místico me hacía creer que podía
involucrarme en algo tan alejado de las que hasta ese momento habían sido mis
ocupaciones formales? Todo bien con mi bipolaridad de profesional-seria-vs-escritora-en-ciernes,
pero… ¿radio? Por suerte tengo un sentido del deber tan atroz como tenaz —resabio,
sin duda, de mi condición de hermana mayor—, y una vez que me comprometo con
algo la verdad es que no paro, aunque tenga que terminar estrellada contra
alguna pared.
La cosa es que no terminé
estrellada, ni mucho menos. Siguieron dos años de Palabras robadas, la columna que nació después de un breve período de elucubraciones conjuntas. Dos años de libros recomendados, entrevistas y temas
relacionados con la lectura durante los cuales la muchachada me abrió las
puertas, confió, se bancó problemas de horarios, metidas de pata y accesos de
tos, pero sobre todo, compartió conmigo la pasión por los libros.
Hoy esa etapa se termina y quedan
dos cosas. Primero, mi agradecimiento a Radio Simphony y a Julián Harf, Paula Lastra, Gustavo
Lombardo y Sebas Louge, excelentes compañeros de travesía que le siguen
poniendo el hombro y la pasión a ese medio increíble que es la radio. Segundo,
los audios de todas esas columnas que, como me había propuesto en un principio,
debí postear a medida que se iban generando y nunca subí (por lo visto mi
sentido del deber, cuando quiere, es muy flexible). Durante las próximas
semanas y a medida que mis escasísimas habilidades en edición de sonido vayan
incrementándose, iré posteando cada una de las columnas. Si las disfrutan,
espero sus benevolentes comentarios. Me conformo si no con un piadoso silencio, a lo sumo
algún comentario rezongón. Puteadas no, por favor. Soy muy sensible.
Un placer escuchar la columna...aunque debo admitir que la escuchaba en diferido. Pero aún así vale la pena volver a escucharlas. Daniel Montero
ResponderEliminarQué bueno Ana, saludos! Sebas Louge
ResponderEliminarQue sigan los éxitos!! Beso enorme. Paula Lastra
ResponderEliminarGracias a vos Ana!!!!! Beso. Julián
ResponderEliminarPrima,
ResponderEliminarveo muchos cambios en tu blog, lo cual me alegra enormemente! Escuchaba tus columnas aunque no con toda la regularidad que hubiese querido. Ahora que tengo más tiempo, estaré encantado de escuchar y re-escucharlas. Muchos besos!!
Nacho
Gracias Nacho! Gracias todos! Ya saldrán... Sigo peleándome con el editor de sonido!
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