Si
algo tienen estos caminos tortuosos de la literatura es que están llenos no
solo de satisfacciones, sino también de coincidencias impensadas. Hace no mucho
tiempo di con el trabajo de Giselle Aronson —hoy admirada colega— que como yo,
es fonoaudióloga además de escritora. No terminan allí las casualidades, pero
no viene al caso. Lo importante es que esto de encontrarnos nos hizo leernos, y
aquí está el resultado.
Leí
la última novela de Giselle, Dos,
abrazada por el calor de febrero y los aires de río en Carmelo. En el epílogo
del mismo verano, Giselle leyó La
continuidad del viento. Estas son nuestras reseñas cruzadas, publicadas en
el número 16 de la revista Kundra.
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