Había prometido el nacimiento de una
nueva sección: la de errores escritos, leídos “al pasar”. Solo el esbozo de la
idea produjo inmediatas colaboraciones fotográficas de algunos lectores y
amigos, por lo que ya hay material esperando ver la luz. Pero no nos
adelantemos —por qué vamos a ser llanos y simples si es tanto más placentero
ser neuróticos y complicados—. Entonces, aquí y ahora, el lanzamiento oficial.
Nuestros conocimientos sobre la
lengua, escrita y hablada, se reducen sencillamente a la cantidad y la calidad
de las oportunidades que tenemos de tomar contacto con ella: qué y cuánto
leemos, con quiénes hablamos, en qué ámbitos nos movemos. No es culpa de nadie,
podríamos decir, que cristalicemos formas incorrectas si las hemos oído o leído
hasta el cansancio. Aprendemos de nuestro entorno, somos esclavos del input
lingüístico al que estamos sometidos.
Podemos detestar los esfuerzos casi
represivos que hacen las academias de la lengua por fijar algo que en realidad
no deja nunca de moverse, pero también sería lícito pensarlos como el
contrapunto necesario para que no se desintegre la posibilidad de entendernos.
El propósito de esta sección, entonces, será resaltar los usos incorrectos de
la lengua que detectamos en nuestro camino: desmenuzarlos, entenderlos, poder
razonar y corregirlos. Sin el ánimo de ser puristas (la prueba está en que en
este mismo entorno propondremos palabras nuevas) ni con intención moralizadora,
la idea es cuidar esto que, al fin y al cabo, nos permite comunicarnos.
Una aclaración: no se trata de la
búsqueda de esos típicos carteles cómicos o ridículos. Esa variante la ha
explotado profusamente el ya tradicional proyecto "Cartele" junto a
otros similares, nutriendo sendas presentaciones de Power Point que circulan
por e-mail y llenando cada rincón de los archivos fotográficos en Internet.
Nuestra idea es simplemente encontrar errores en la escritura o usos del
lenguaje que arrojen dudas y puedan abrir el debate (sí, sí, es un poquito más
aburrido, qué se le va a hacer).
Espero sus colaboraciones escritas
(textuales y debidamente entrecomilladas) o fotográficas. Carteles en oficinas
públicas, en los frentes de las casas, en la calle… Preparen las cámaras de los
celulares y abran bien los ojos: la pifiamos tan seguido que las evidencias
están por todos lados.
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