Pero el avión aterrizó, y no vino
mal la puesta en perspectiva. Una mujer nos dijo después que ella estuvo tranquila
porque nos escuchaba reír. Qué cosa tan hermosa es esta vida que tenemos, y qué
bueno es saber vivirla.
Llegar y encontrarnos con gente
querida que forma parte de nuestra historia, nuestro paso por la facultad. Compartir
con honestidad la capacitación que armamos y sentir que llega, aprender en el
camino, construir algo genuino. Tomar contacto con realidades tan diferentes a
la nuestra.
Los tulipanes abrieron antes de
tiempo y ayer fuimos a verlos. La gente inventa, crea, sueña, construye un edén
insólito donde antes había otra cosa. Anoche nevó en las montañas y hoy el
horizonte nos regaló esa postal.
Amo tanto esos paraísos perdidos
que son mi infancia porque están ligados a lugares, entonces puedo recuperarlos.
Hoy tomamos el té galés y hace un ratito fui a buscar la trucha con hongos de
pino que habíamos encargado en un lugar que busqué desde que llegué, y donde
hace casi veinte años comí el mismo plato. Me abrigué y caminé por la calle
ancha en semioscuridad. Respiré el aire frío de este sur hermoso que me abre
los brazos una y otra vez, y no pude evitar emocionarme. Soy afortunada. Todo
es perfecto y todo es cosecha. Podrá sonar a lugar común, pero nadie me convencerá de otra cosa.
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