"...sitting in his nowhere land, making all his nowhere plans for nobody".

4 de marzo de 2013

Adios a los muchachos



Hace un poco más de dos años estaba tirada en el pasto de los bosques de Palermo viendo volar palomas entre las copas de los árboles (e intentando predecir la caída de alguna deposición indeseada) cuando tuve una idea. Le dije a Daniel: “yo tendría que proponerle a la gente de Time Killer hacer una columna sobre libros”. Así nomás. Y como suele pasar, los tentáculos de la idea se fueron retorciendo en mi cabeza hasta volverse lo suficientemente insoportables como para reclamar una merecida metamorfosis: se convirtieron en un prolijo e-mail que fue enviado a Julián Harf y que para mi sorpresa, recibió una respuesta afirmativa.

Poco después de la venia de los muchachos de Time Killer sobrevino el inevitable panic attack. ¿Yo en radio? ¿En medio de qué brote psicótico había pensado en tamaño disparate? ¿Qué clase de rapto místico me hacía creer que podía involucrarme en algo tan alejado de las que hasta ese momento habían sido mis ocupaciones formales? Todo bien con mi bipolaridad de profesional-seria-vs-escritora-en-ciernes, pero… ¿radio? Por suerte tengo un sentido del deber tan atroz como tenaz —resabio, sin duda, de mi condición de hermana mayor—, y una vez que me comprometo con algo la verdad es que no paro, aunque tenga que terminar estrellada contra alguna pared.

La cosa es que no terminé estrellada, ni mucho menos. Siguieron dos años de Palabras robadas, la columna que nació después de un breve período de elucubraciones conjuntas. Dos años de libros recomendados, entrevistas y temas relacionados con la lectura durante los cuales la muchachada me abrió las puertas, confió, se bancó problemas de horarios, metidas de pata y accesos de tos, pero sobre todo, compartió conmigo la pasión por los libros.

Hoy esa etapa se termina y quedan dos cosas. Primero, mi agradecimiento a Radio Simphony y a Julián Harf, Paula Lastra, Gustavo Lombardo y Sebas Louge, excelentes compañeros de travesía que le siguen poniendo el hombro y la pasión a ese medio increíble que es la radio. Segundo, los audios de todas esas columnas que, como me había propuesto en un principio, debí postear a medida que se iban generando y nunca subí (por lo visto mi sentido del deber, cuando quiere, es muy flexible). Durante las próximas semanas y a medida que mis escasísimas habilidades en edición de sonido vayan incrementándose, iré posteando cada una de las columnas. Si las disfrutan, espero sus benevolentes comentarios. Me conformo si no con un piadoso silencio, a lo sumo algún comentario rezongón. Puteadas no, por favor. Soy muy sensible.

6 comentarios:

  1. Un placer escuchar la columna...aunque debo admitir que la escuchaba en diferido. Pero aún así vale la pena volver a escucharlas. Daniel Montero

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  2. Qué bueno Ana, saludos! Sebas Louge

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  3. Que sigan los éxitos!! Beso enorme. Paula Lastra

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  4. Gracias a vos Ana!!!!! Beso. Julián

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  5. Prima,

    veo muchos cambios en tu blog, lo cual me alegra enormemente! Escuchaba tus columnas aunque no con toda la regularidad que hubiese querido. Ahora que tengo más tiempo, estaré encantado de escuchar y re-escucharlas. Muchos besos!!

    Nacho

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  6. Gracias Nacho! Gracias todos! Ya saldrán... Sigo peleándome con el editor de sonido!

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