"...sitting in his nowhere land, making all his nowhere plans for nobody".

6 de diciembre de 2015

Ojos de uva



—Tenés los ojos como uvas —me dice Lulú, las dos paradas frente al espejo del baño, yo tratando de peinarla y ella atrapada en ese minuto en que no le queda otra que quedarse quieta, y entonces se mueve con los ojos y con las ideas. 
Me vino la escena de golpe: mamá y yo en el auto. Ella maneja, yo estoy en el asiento del acompañante. Vamos por la Rivadavia, estoy casi segura de que estamos pasando frente al correo. La luz del atardecer entra horizontal por el parabrisas y nos ilumina la cara. Mamá me mira y me dice lo mismo, o casi lo mismo: “Ojos de uva”. 
Y ahora, por primera vez en mucho tiempo, tengo ese impulso doloroso —doloroso por imposible— de llamar a mamá para contarle. Para decirle que Lulú, una nieta que no alcanzamos ni a imaginar juntas, me dijo casi lo mismo que me dijo ella, ese día, en el auto, hace veinticinco años.

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