"...sitting in his nowhere land, making all his nowhere plans for nobody".

26 de marzo de 2013

Un perro bajo tierra


 

Es la segunda vez en mi vida que veo un perro en el subte. El primero iba, si es posible decirlo, feliz. Había subido en la estación Carranza y bajó con todos nosotros en Catedral. Nos acompañó por el trazado de túneles húmedos, envuelto en la masa de personas que hacían la combinación con la línea E, para después subir con naturalidad a otro tren, esta vez hacia Plaza de los Virreyes. Se había quedado sentado en el piso durante todo el viaje, la cabeza en alto, las orejas dando saltitos suaves con la vibración.

El de hoy era diferente. Lo vi tarde, cuando ya llevábamos algunas estaciones recorridas desde la cabecera. Lo vi primero en los ojos de la gente. Las personas abrían un claro en el medio del vagón y miraban hacia abajo con una media sonrisa que, seguro, mezquinarán a muchos de sus congéneres. Pardo, flaco, cabizbajo. Parado entre las dos puertas. Se tambaleaba con cada sacudida que daba el tren como si estuviera enfermo, o fuera demasiado viejo. Olió una de las puertas con desconfianza y después se apostó frente a la opuesta, como si supiera que era esa la que iba a abrirse en la siguiente estación. Cuando las puertas se abrieron todos lo miramos porque creímos que bajaría, pero no lo hizo. Retrocedió, en cambio, replicando nuestros movimientos, amedrentado por los nuevos pasajeros que se incorporaban a la travesía. Seguía con la mirada clavada en el piso de goma. Un hombre lo acarició y él apenas movió una oreja. Se acercó a oler, casi sin ganas, el asiento que acababa de dejar libre una chica de tapado marrón. Y después siguió mirando hacia abajo, parado frente a las puertas, pendiente de cada nueva parada, cada nueva apertura, cada nueva partida.

Finalmente, como aquel otro, se decidió por la estación Catedral. Atravesó las puertas abiertas y caminando lento se fue por el andén, entre sonrisas y desconcierto.

Si estuviera yendo a algún lado sería, sin dudas, a un entierro.

3 comentarios:

  1. Gabi Pelze / genial! me quedé pensando cual habrá sido el destino del perro ...

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  2. Qué maravillosa perla urbana! Estás estudiando Letras, Veterinaria o Etnología? :) Besos...

    Nacho

    PS: Por ahí los perros van simplemente a la Catedral para pedirle algo al Papa argentino... Que les recuerde por ejemplo dónde enterraron su hueso favorito! ;)

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    1. Nunca me avisa blogspot de los comentarios. Etnología? Jajaja

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