"...sitting in his nowhere land, making all his nowhere plans for nobody".

30 de mayo de 2011

Anne la de Tejados Verdes


Esta es una reivindicación, ya que cuando todos ventilamos nuestros libros inolvidables, mi memoria cometió la espantosa injusticia de olvidar este libro maravilloso que marcó mi vida como pocos. Tal vez influyó mucho el hecho de que la protagonista y yo compartiéramos el nombre, pero no tengo dudas de que llamándose de cualquier otro modo, la historia de Anne hubiera impactado en mí con la misma poderosa fuerza. El libro fue publicado en 1908 por Lucy Maud Montgomery y llegó a mis manos, muy oportunamente, en los comienzos de mi adolescencia. La acción transcurre en Avonlea, un pequeño pueblo pesquero de la Isla del Príncipe Eduardo (Canadá). Marilla y Mathew son dos hermanos de mediana edad que deciden adoptar un muchacho huérfano para que los ayude en las tareas de su granja. Cuál no sería la sorpresa de Mathew cuando, al ir a buscar al “muchacho” que aguardaban, encuentra en la estación del tren a la singularísima Anne, una chica pecosa y pelirroja que ha perturbado al encargado de la estación al manifestar que no deseaba quedarse en la “sala de señoras” porque allí “no había campo para la imaginación”. Éste pequeño hecho es muy representativo del espíritu rebelde de Anne, una chica de gran perspicacia e imaginación fértil que trae aires de alegría y renovación a los habitantes de Avonlea. Personalmente creo que la conocida versión cinematográfica no le hace justicia. Lean el libro y fabriquen ustedes su propia Anne. Verán cómo sus historias hablan de la amistad, de las inseguridades, del nacimiento del amor, de la búsqueda de un lugar en el mundo y entre los otros, desde un personaje que, para la época que lo vio nacer, fue verdaderamente audaz. Una delicia, háganme caso.

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